sábado, 30 de marzo de 2013

Desde siempre. Parejas en el metro. Te veo pasar a través de los cristales de las puertas que dan al pasillo. Dudas. Un oso panda enroscado en el cuerpo de un niño chino. Siete. El blues. La pausa. El silencio del cigarro apagado. Nueve. La televisión en silencio emite imágenes de la tele-realidad. ¿Realidad? Nueve. Bajas al mercado y verás que sí, que hacen paellas en la calle, que gritan entre las acelgas y los nabos con los labios mal pintados. Cuatro. Nada de esto durará más que una cena, que un poema mal escrito, que una recarga de gasolina, que un rock and roll de los de siempre. Unos niños miran al cielo en un dibujo a rallas. La otra noche estuvimos hablando de muchas cosas. Yo le dije, me gusta tu suéter y creo que ya se lo había dicho. No se puede dibujar el olor de Valencia en primavera. Dos. Un dragón roto en el cielo. Trencadís. La magia de las palabras es difícil de alcanzar. Once. Pero como todo lo demás, está siempre presente. Latiendo a un ritmo constante y eterno. Brillante, dos, enclenque. Hasta siempre.